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marzo 01, 2011

Si es hecho en Francia, es producto de exportación. Por Pablo del Toro.

(Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes)

(Publicado en www.toroestoro.com el 28/02/2011. Decimoctava corrida de la Temporada grande 2010-2011 de la Plaza de Toros México. Seis toros de Villa Carmela para el francés Juan Bautista, Óscar López Rivera y Aldo Orozco. Corrida llevada a cabo el 27 de febrero de 2011.)




Foto: Emilio Méndez. Tomada de www.suertematador.com

La lógica indica que entre peor conformado esté el cartel, menos gente asistirá a las corridas. Y cumpliendo con esta premisa, la tarde del domingo 27 de febrero fue la que menos asistentes tuvo en lo que va de la temporada. Asimismo, también fue uno de los carteles menos rematados de la misma.

Los escasísimos asistentes vieron un encierro de Villa Carmela de excelente presentación, con edad y trapío los seis, aunque de juego variado.

Las tierras francesas surtieron de nuevo otro torero elegante aunque de corte distinto como lo es Juan Bautista. Vino a comprobar el sitio que tiene y que definitivamente es producto de los años que tiene toreando en las ferias europeas. Le puso un estoconazo a su primero que emocionó al escaso público, que sin pensarlo dos veces pidió la oreja, como ocurre todos los domingos. A su segundo lo toreó bien, con tersura y elegancia pero con estocada muy defectuosa, lo que impidió que tocara pelo esta tarde.

Han perdido tanto valor los trofeos cortados en la Plaza México que es ya prácticamente lo mismo si se cortan o no. Ya mejor no hablemos de merecimientos, pues el sentido de los trofeos está totalmente desvirtuado y destruido. Así las cosas, pienso que a veces es mejor no cortar nada, e irse dejando un buen sabor de boca, como Juan Bautista. Y es que de haber cortado una oreja, ya las cosas no sabrían igual.

Óscar López Rivera sorprendió a propios y extraños haciendo lo que algunos toreros con muchísimas más corridas que él no pueden hacer: quedarse quieto. No tiene sitio, ni mando, ni tampoco mucha técnica, pero estuvo con voluntad, y sí se quedo quieto. Habrá pegado dos, como mucho tres muletazos valiosos pero sin acoplamiento, sin sitio y sin son. Necesita torear mucho más, para entonces regresar a La México y enseñar lo que tiene.

La oreja pitada e inmerecida que cortó Aldo Orozco en su primera comparecencia esta temporada rindió frutos pues lo repitieron en otro cartel; pero el diestro no lo aprovechó cabalmente y se fue pitado en uno y silenciado en otro. No paró los pies y estuvo sin brújula a la hora de matar, por lo que el público se impacientó y con justificada razón le exigió. Un trago amargo, a final de cuentas.  

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