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noviembre 15, 2011

¡Extra, extra! Por: Pablo del Toro

(Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes)


Segunda corrida de la temporada grande 2011-2012 de la Plaza de Toros México. 13 de noviembre del 2011.Toros de Marrón para Eulalio López 'El Zotoluco', Alejandro Talavante y Mario Aguilar.

Con la novedad de que por fin se están negando orejas que antes se regalaban. Lo que el año pasado hubiera sido una tarde triunfal de puerta grande para al menos dos toreros, se mesuró, sorpresivamente, en su justa medida; siendo el resultado de una oreja por coleta. Más que justo.

La decepción más grande fueron los toros (si es que así se les puede llamar), que de haber sido lidiados por toreros más exigidos por la afición capitalina, habrían sido devueltos por donde vinieron. Saltaron a la arena en total ocho bureles de Marrón; débiles, mansos, descastados y con casi todos los defectos que un toro de lidia puede tener. Esa búsqueda incansable del 'toro carretilla' tiene efectos secundarios, pues lo que vimos en la arena eran toritos desalmados y sin transmisión, aunque medio funcionaron el segundo y el séptimo.

Otra de las de ocho columnas que tuvimos el pasado domingo en La México fue, aunque usted no lo crea, que el entrecano Zotoluco toreó no una ni dos, sino ¡tres tandas erguido! Y hasta ahí, porque después se le olvidó que también puede verse elegante y regresó a lo suyo: el toreo en escuadra, retorcido, de pierna retrasada y con el pico. Estaba siendo demasiado bueno para ser cierto.

Alejandro Talavante se sobrepuso a la mala tarde que tuvo su cuadrilla. Mal su picador, mal sus banderilleros y él con calificación de sobresaliente. Ha desarrollado un estilo propio de toreo que emana de una mescolanza entre el toreo de gitanería y temerario valor parándose siempre entre los pitones, poniendo los muslos de carnada. Es cierto también que ninguno de sus tres ejemplares eran para asustarse, poque los de lidia ordinaria eran cornicortísimos y el sobrero era diminuto. Pero cautivó, otra vez, con esos redondos interminables que tanto emocionan a esta plaza. Empieza a tener tirón de taquilla y a identificarse con esta arena, ojalá que no desperdicie el esfuerzo empeñándose en torear pequeñines. 

La tercera de las exclusivas vino de la mano de Mario Aguilar, que empezó a saldar su deuda con la afición capitalina. Tras dos años de alternativa, por fin le pudimos ver ese toreo acompasado y rítmico que prometía y que le vimos aquí cuando era novillero. Aunque abusó un poquito en sus distancias, se le nota clase, inteligencia y escuela. Por cierto, fue el único que no necesitó del engañoso regalo para salir avante. Hizo que valiera pena la espera. Bien ahí, Mario.

Finalmente, los premios se están revalorando en nuestra plaza. Buen augurio, definitivamente.

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