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noviembre 22, 2011

A palabras necias, oídos sordos.


Por: Pablo del Toro (Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes)

Tercera corrida de la Temporada Grande 2011-2012 de la Plaza de Toros México. 20 de Noviembre de 2011. Toros de Bernaldo de Quirós para Sebastián Castella, Octavio García ‘El Payo’ y Juan Pablo Sánchez, que confirmaba alternativa.
 
Una necedad, no importa cuántos toreros la repitan, seguirá siendo una necedad. Las corridas en La México se han convertido en un catálogo de terquedades (por definición, inexplicables) que no convencen a nadie. Y es que la imposición de toros que por adelantado sabemos que tienen como característica anunciada la falta de casta y bravura no puede definirse de otra forma más que de necedad. Esa, y otras tantas obstinaciones que pocos o nadie se atreve a explicar sin caer en la irreverencia. La correcta presentación de los toros no es suficiente.

A pesar de ello y a sabiendas de que no quedaba otra salida, Sebastián Castella estuvo esforzado ante sus tres muebles en turno, con los que lució sus grandes dotes de lidiador llevándolos del brazo para evitar que rodaran por la arena. Hubieron algunos pasajes interesantes, pero la carencia de casta, la falta de transmisión de los animales y la misma necedad hicieron de las suyas; pues regalar un toro no fue un exceso, fue rayar en lo irracional.

Un ‘Payo’ entregado pero un tanto desorientado fue que el hizo segundo espada. Puso muchísima voluntad, pero los animales no respondieron. A pesar de estar aseado en su trasteo, de repente pierde los estribos y le da por abrazar del costillar a los toros y zapatear olvidándose de cualquier sentido estético en aras de convencer al público. Aún así, hace gala de técnica, mucho valor y e inclusive de sobriedad. El respetable, por su lado, pone también su dosis de terquedad al pedir una oreja (que el juez debió haber negado) que resultó mas perjudicial que beneficiosa. Seguramente le valdrá para repetir en la temporada; esperemos que con animales más a modo para poder entregar mejores cuentas.

Pero las incoherencias no pararon ahí. Después de hacerle una magnífica faena al sexto desbordada de poderío, arte y sobretodo de técnica, Juan Pablo Sánchez decidió mejor descartarla y regalar un toro. También de la misma ganadería. Enorme error, pues solamente prolongó tediosamente el trámite del fracaso ganadero y manchó lo que habría sido una más que decorosa confirmación de alternativa.

Habrá que hacer una reflexión sobre la intención y efectividad del recurso del toro de regalo. Para nadie fue una sorpresa que ninguno de los dos sobreros no funcionara, después de ver a los seis inútiles hermanos que deambularon antes sobre la arena. Ver la misma aburrida película dos veces, la hace doblemente aburrida. Llevamos tres corridas, seis toros regalados y solamente el de Arturo Saldívar ha sido agradecido. Yo insisnto, ¿para qué?
Lo dicho: A palabras necias, oídos sordos.

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