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noviembre 07, 2011

Bienvenido a la selecta lista, Arturo.


Por Pablo del Toro. (Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes)

Corrida inaugural de la Temporada Grande 2011-2012 en la Plaza de Toros México. 6 de noviembre de 2011. Toros de San Isidro para Enrique Ponce, Arturo Saldívar y Diego Silveti, que confirmaba alternativa.

Una temporada más en nuestra querida y nunca bien ponderada Plaza México, que, como siempre, viste su ruedo de gala con este tipo de carteles. Un cartel que lucía interesantísimo y que no decepcionó a nadie, pues los que asistimos a la plaza salimos afónicos y con la piel de gallina gracias a un intratable Arturo Saldívar que por nada del mundo se quiere dejar ganar la carrera por ser el mejor torero mexicano de los últimos años. También pasó lo mismo que siempre pasa con Enrique Ponce, al que le devolvieron un toro por chico y le pitaron el sustituto por lo mismo. Por su lado, Diego Silveti demostró calidad y mucho carácter, pero sin bureles a modo. Fueron un total de nueve (uno devuelto a los corrales) 'Sanisidros' los que pisaron el ruedo de La México; muy disparejos en todos sentidos, sobresaliendo el quinto y octavo de lidia ordinaria.

Vaya necedad la tuya, Enrique.

Enrique Ponce terminó por corregir el camino de una tarde que él solito se ponía cuesta arriba, una vez más, utilizando el viejo truco de regalar un toro para calmar los ánimos multitudinarios y convencerlos apoyado en su toreo exquisito, artista y de muchísima clase. Pero al parecer, Ponce está empeñado y esforzado en que el respetable no lo deje trabajar. No es la primera vez que viene a la capital y tiene argumentos para seguir siendo el titular del toreo mundial; lo que no entiendo es por qué el mismo Ponce y su administración están obligandose a pasar los tragos amargos que pasa cada que se presenta en esta plaza. Sabe que a él la afición le exige, lo sabemos todos. Y terminará convenciendo hablando en el ruedo, entonces, ¿cuál es la necesidad de ponerse a la afición en contra? Una figura del toreo no se debería permitir pasar este tipo de vergüenzas.

Intratable Saldívar.

Arturo está que no cree en nadie. Puede con todo, contra todo y a pesar de todo. No importa si sale un manso como su primero; él puede. No importa si la gente se distrae con la lluvia, como en su segundo; él también puede. Tampoco importa si le cortó las orejas a uno; si Ponce regala un toro, él tambien. Porque puede. No importaría si en lugar de un toro sale un león por la puerta de chiqueros. Arturo Saldívar puede con todo y no solo se escuda en el carácter, también se defiende con buenas maneras, mucha técnica, conocimiento de los terrenos que pisa y un corazón caliente que no le cabe en el pecho.

No se intimida con nada, no se achica en los momentos importantes -importantísimos-, hoy está consagrado con la afición capitalina y se identifica con ella. Es la viva demostración de que un proceso bien llevado, con tiempos correctos, sin precipitaciones, desde que era un niño hasta hoy; rinde los frutos esperados. Tomémoslo como ejemplo.

¡Enhorabuena, Arturo!

El gusto es todo mío, Diego.

Un bien administrado Diego Silveti por fin se dejó ver en tierras americanas. Su administración hizo bien en dosificar sus presentaciones en ruedos aztecas, dándole además publicidad y un poco de mística, apoyado en la leyenda de su apellido. A Diego no le pesa el apellido, le imprime personalidad a sus labores y se queda tan quieto como lo hacía su padre. Al de su confirmación, que estaba desbordado en kilos, le sacó muletazos de muy alta factura, se arrimó y hasta lo ahogó con presencia entre los pitones. Su segundo fue un toro muy difícil, muy violento y crudo en varas. Aún así, dejó demostrado que tiene con qué, está lleno de carácter y buenas maneras. Es cuestión de tiempo.

Encantado de conocerte, Diego.

Twitter: @Pablo_DelToro.

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