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diciembre 20, 2011

"De la moda, los que se acomodan" Por Pablo del Toro

De la moda, los que se acomodan.
Por: Pablo del Toro. (Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes.)

Sexta corrida de la Temporada Grande 2011-2012 en la Plaza de Toros México. 18 de diciembre de 2011. Toros de Villa Carmela para Fermín Rivera, Daniel Luque y Mario Aguilar.

Se está poniendo de moda que los toreros mexicanos estén tratando de salir del hundimiento letárgico en el que se encontraban. A la par, se lidió un encierro guapo e interesante, con nobleza y en general y por sorpresa, con bravura. Espíritu festivo en los aficionados por las celebraciones que se acercan, convirtiendo la plaza en una pachanga poco seria. Y es que es muy bello dar y recibir buenos deseos en Navidad, pero gritado en una plaza de toros no es precisamente el lugar indicado para hacerlo. Mucho menos, con alguien jugándose la vida en el ruedo. En fin, a lo nuestro.

Fermín Rivera sorprendió con esa elegancia y ese temple que seguramente viene de familia. Debido a su poco rodaje, no entendió por completo a su segundo, pero a pesar de ello le sacó muletazos de alta factura y con el sello de la casa. Poca -o nula- ligazón, pero desbordando temple. Sorteó con lo mejor del encierro y hay aspectos por trabajar. Que no se aleje del buen camino.

Daniel Luque, en contraparte, no vio la linda cara de la suerte, pues en ambos turnos sorteó con toros poco propicios para el lucimiento. Por esa razón, su labor fue poco valorada, pues estuvo ocupado lidiando y no luciendo. Sigue esperando ese burel que le ayude a enseñar eso que trae guardado y que allende los mares le ayuda a torear en las ferias importantes de verano.

Como buen sujeto de crédito, Mario Aguilar sigue pagando los intereses que dejó pendientes en temporadas anteriores. A pesar de que su segundo era un toro que prometía, el animal se le vino abajo pero Mario fue capaz de mantener la faena a flote en base a buenas maneras, calidad y conocimiento.

Sin duda, los tres toreros merecen repetir. Lo que queda, ahora, es ver si habrá espacio. Con la nueva moda y una administración correcta, las vacantes en los carteles del 2012 se llenarán rápido.

diciembre 13, 2011

"¿Y por qué no 10?" Por Pablo del Toro

Por: Pablo del Toro. (Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes P.)
Sexta corrida de la Temporada Grande 2001-2012 en la Plaza de Toros México. 11 de diciembre de 2011. Toros de Los Encinos para Guillermo Capetillo, Alejandro Talavante y Diego Silveti. 
Seguramente todos recordaremos aquellos días en los que uno llegaba a casa regodéandose de alegría por haber obtenido el único nueve de todo el salón en el examen de matemáticas, para ser recibido con la siempre destructora pregunta parental: “¿Sacaste 9? ¿Y por qué no 10?” Momento exacto en el cual nuestras ilusiones iban directo al suelo. Una vez recordado esto, me inclino por ser el aguafiestas y preguntar:
“¿Y por qué no 10, Diego?”
Repasando las bases del reglamento taurino, se entiende que el corte de rabo es el máximo trofeo. Es decir, no hay nada más allá. Es el tope, el techo de la calificación taurina. Por lo mismo, se entiende que una faena de rabo implica la perfección. Porque cortar un rabo equivale a sacar 10 en un examen; y no se puede sacar 10 si no tienes todas las respuestas correctas. Cierto es que la apreciación es un factor importantísimo; que merecía más de dos orejas, pero no el rabo. Que protestar el rabo sería injusto, pero negarlo también. Que la estocada fue defectuosa, pero mató a la primera. Que el toro era extraordinario, posiblemente uno de los mejores tres que han pisado la arena de La México en muchos años. Y por eso, potencialmente, la faena tenía para muchísimo más. Porque “Charro Cantor” de Los Encinos murió con un pitón izquierdo dolorosamente desaprovechado; que de haberse explotado, habría sido un ejemplo de libro de texto para un indulto; o en su defecto, un ejemplo de libro de texto de una faena indiscutiblemente de rabo. Diego Silveti, a pesar de haber estado inmenso, me dejó una sensación de vacío por no haber explorado más ese pitón izquierdo, que era una mina de diamantes.
Increíblemente, siendo el más joven de los tres alternantes, Diego Silveti fue el que más reposo e inteligencia tuvo, a final de cuentas. Alejandro Talavante traía las revoluciones a tope, y por más que se esforzó en crear un catálogo de adornos toreros, no terminó por convencer. No fue hasta que decidió estarse quieto que le arrancó una tanda de valiosísimos naturales a su primero. No deja de ser un torero de sello propio, cosa que se le agradece.
 
Guillermo Capetillo, por su parte, olvidó aceitarse las articulaciones y toreó tieso y con poca transmisión. Lo único que hizo fueron como dos muletazos a su primero y en su segundo no quiso ni arrancar. Desmotivado, desangelado, sin chiste y sin carisma. No se ve como en la tele.
Por cierto, ya nadie se acuerda, pero el subalterno Javier Escalante le quitó una cornada de encima a su compañero Cristian Sánchez que banderilleaba, y pienso que merece una mención especial por ello. 
Cuán orgulloso debe estar de ti tu padre, Príncipe Diego. Donde quiera que esté, seguro que gritó: “Ése es m'hijo” y aventó un sombrero a la arena con el rostro lleno de lágrimas. No era para menos.

noviembre 29, 2011

"Caballos Polares" por Pablo del Toro.

Cuarta corrida de la Temporada Grande 2011-2012 de la Plaza de Toros México. 27 de noviembre de 2011. Dos toros de Rancho Seco y cuatro de La Punta para Diego Ventura, José Luis Angelino y Joselito Adame.

Esta vez, ni Ventura y su magnífica cuadra de caballos pudieron calentar un gélido tendido, a razón del clima casi polar y de la manada de toros complicados que se lidiaron. Los de La Punta tenían su lidia y los de Rancho Seco fueron una mansada, sobre todo aquel cuarto, que bien pudo haberse sentado a llorar en lugar de pasarse la tarde saltando las tablas. De los demás, definitivamente el sexto merecía mucho más, y el segundo tenía dejos de bravura pero embestidas descompuestas.

Diego Ventura estuvo lidiador y lleno de compromiso, pero inoperante a falta de animales. En su primero algo tuvo, pero de nuevo, el regalo fue excesivo; y además, de nada sirve regalar 'toros' con semejante falta de presencia, como aquel Julio Delgado. Debe estar agradecido con la afición que se quedó en la plaza a verlo a pesar de la lluvia, el frío y el impresentable bicho que lidió.

Supongo que José Luis Angelino debe estar harto de escuchar hasta de sus pericos que desperdició una oportunidad de oro el domingo pasado. No podía ser mejor: cartel con tirón de taquilla, con alternante banderillero, toros bien presentados, un alternante herido dándole a él la oportunidad de lidiar uno más (tal vez el mejor del encierro) y etcétera. Pero, desgraciadamente, decidió no sacar el carácter nunca y hacerse cada vez más chiquito, hasta que la situación terminó por arrollarlo. Nada le salió, ni siquiera esos quién sabe cuántos minutos invertidos en el segundo tercio de sus tres turnos para poner los pares a cabeza pasada. Ya mejor ahí le paramos.

Literalmente, Joselito Adame tuvo el viento en contra, culpable de la cornada que hoy lleva en el pecho. La lidia de uno bastó para demostrar su carácter, aunque no para estudiar el desarrollo de su técnica. Le pudo al que lidió con todo y cornada, de la que no nos enteramos hasta después de que el toro doblara. Un toro, una cornada, una oreja que debió haber quedado en ovación y tal vez una segunda oportunidad esta temporada fueron el balance final de su presentación. Más que redituable, después de haber matado solamente a uno.

Actualizando el conteo: 31 toros (y contando), apenas dos, cuando mucho tres bravos. ¿Qué estamos haciendo mal?

noviembre 22, 2011

A palabras necias, oídos sordos.


Por: Pablo del Toro (Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes)

Tercera corrida de la Temporada Grande 2011-2012 de la Plaza de Toros México. 20 de Noviembre de 2011. Toros de Bernaldo de Quirós para Sebastián Castella, Octavio García ‘El Payo’ y Juan Pablo Sánchez, que confirmaba alternativa.
 
Una necedad, no importa cuántos toreros la repitan, seguirá siendo una necedad. Las corridas en La México se han convertido en un catálogo de terquedades (por definición, inexplicables) que no convencen a nadie. Y es que la imposición de toros que por adelantado sabemos que tienen como característica anunciada la falta de casta y bravura no puede definirse de otra forma más que de necedad. Esa, y otras tantas obstinaciones que pocos o nadie se atreve a explicar sin caer en la irreverencia. La correcta presentación de los toros no es suficiente.

A pesar de ello y a sabiendas de que no quedaba otra salida, Sebastián Castella estuvo esforzado ante sus tres muebles en turno, con los que lució sus grandes dotes de lidiador llevándolos del brazo para evitar que rodaran por la arena. Hubieron algunos pasajes interesantes, pero la carencia de casta, la falta de transmisión de los animales y la misma necedad hicieron de las suyas; pues regalar un toro no fue un exceso, fue rayar en lo irracional.

Un ‘Payo’ entregado pero un tanto desorientado fue que el hizo segundo espada. Puso muchísima voluntad, pero los animales no respondieron. A pesar de estar aseado en su trasteo, de repente pierde los estribos y le da por abrazar del costillar a los toros y zapatear olvidándose de cualquier sentido estético en aras de convencer al público. Aún así, hace gala de técnica, mucho valor y e inclusive de sobriedad. El respetable, por su lado, pone también su dosis de terquedad al pedir una oreja (que el juez debió haber negado) que resultó mas perjudicial que beneficiosa. Seguramente le valdrá para repetir en la temporada; esperemos que con animales más a modo para poder entregar mejores cuentas.

Pero las incoherencias no pararon ahí. Después de hacerle una magnífica faena al sexto desbordada de poderío, arte y sobretodo de técnica, Juan Pablo Sánchez decidió mejor descartarla y regalar un toro. También de la misma ganadería. Enorme error, pues solamente prolongó tediosamente el trámite del fracaso ganadero y manchó lo que habría sido una más que decorosa confirmación de alternativa.

Habrá que hacer una reflexión sobre la intención y efectividad del recurso del toro de regalo. Para nadie fue una sorpresa que ninguno de los dos sobreros no funcionara, después de ver a los seis inútiles hermanos que deambularon antes sobre la arena. Ver la misma aburrida película dos veces, la hace doblemente aburrida. Llevamos tres corridas, seis toros regalados y solamente el de Arturo Saldívar ha sido agradecido. Yo insisnto, ¿para qué?
Lo dicho: A palabras necias, oídos sordos.

noviembre 15, 2011

¡Extra, extra! Por: Pablo del Toro

(Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes)


Segunda corrida de la temporada grande 2011-2012 de la Plaza de Toros México. 13 de noviembre del 2011.Toros de Marrón para Eulalio López 'El Zotoluco', Alejandro Talavante y Mario Aguilar.

Con la novedad de que por fin se están negando orejas que antes se regalaban. Lo que el año pasado hubiera sido una tarde triunfal de puerta grande para al menos dos toreros, se mesuró, sorpresivamente, en su justa medida; siendo el resultado de una oreja por coleta. Más que justo.

La decepción más grande fueron los toros (si es que así se les puede llamar), que de haber sido lidiados por toreros más exigidos por la afición capitalina, habrían sido devueltos por donde vinieron. Saltaron a la arena en total ocho bureles de Marrón; débiles, mansos, descastados y con casi todos los defectos que un toro de lidia puede tener. Esa búsqueda incansable del 'toro carretilla' tiene efectos secundarios, pues lo que vimos en la arena eran toritos desalmados y sin transmisión, aunque medio funcionaron el segundo y el séptimo.

Otra de las de ocho columnas que tuvimos el pasado domingo en La México fue, aunque usted no lo crea, que el entrecano Zotoluco toreó no una ni dos, sino ¡tres tandas erguido! Y hasta ahí, porque después se le olvidó que también puede verse elegante y regresó a lo suyo: el toreo en escuadra, retorcido, de pierna retrasada y con el pico. Estaba siendo demasiado bueno para ser cierto.

Alejandro Talavante se sobrepuso a la mala tarde que tuvo su cuadrilla. Mal su picador, mal sus banderilleros y él con calificación de sobresaliente. Ha desarrollado un estilo propio de toreo que emana de una mescolanza entre el toreo de gitanería y temerario valor parándose siempre entre los pitones, poniendo los muslos de carnada. Es cierto también que ninguno de sus tres ejemplares eran para asustarse, poque los de lidia ordinaria eran cornicortísimos y el sobrero era diminuto. Pero cautivó, otra vez, con esos redondos interminables que tanto emocionan a esta plaza. Empieza a tener tirón de taquilla y a identificarse con esta arena, ojalá que no desperdicie el esfuerzo empeñándose en torear pequeñines. 

La tercera de las exclusivas vino de la mano de Mario Aguilar, que empezó a saldar su deuda con la afición capitalina. Tras dos años de alternativa, por fin le pudimos ver ese toreo acompasado y rítmico que prometía y que le vimos aquí cuando era novillero. Aunque abusó un poquito en sus distancias, se le nota clase, inteligencia y escuela. Por cierto, fue el único que no necesitó del engañoso regalo para salir avante. Hizo que valiera pena la espera. Bien ahí, Mario.

Finalmente, los premios se están revalorando en nuestra plaza. Buen augurio, definitivamente.

noviembre 07, 2011

Bienvenido a la selecta lista, Arturo.


Por Pablo del Toro. (Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes)

Corrida inaugural de la Temporada Grande 2011-2012 en la Plaza de Toros México. 6 de noviembre de 2011. Toros de San Isidro para Enrique Ponce, Arturo Saldívar y Diego Silveti, que confirmaba alternativa.

Una temporada más en nuestra querida y nunca bien ponderada Plaza México, que, como siempre, viste su ruedo de gala con este tipo de carteles. Un cartel que lucía interesantísimo y que no decepcionó a nadie, pues los que asistimos a la plaza salimos afónicos y con la piel de gallina gracias a un intratable Arturo Saldívar que por nada del mundo se quiere dejar ganar la carrera por ser el mejor torero mexicano de los últimos años. También pasó lo mismo que siempre pasa con Enrique Ponce, al que le devolvieron un toro por chico y le pitaron el sustituto por lo mismo. Por su lado, Diego Silveti demostró calidad y mucho carácter, pero sin bureles a modo. Fueron un total de nueve (uno devuelto a los corrales) 'Sanisidros' los que pisaron el ruedo de La México; muy disparejos en todos sentidos, sobresaliendo el quinto y octavo de lidia ordinaria.

Vaya necedad la tuya, Enrique.

Enrique Ponce terminó por corregir el camino de una tarde que él solito se ponía cuesta arriba, una vez más, utilizando el viejo truco de regalar un toro para calmar los ánimos multitudinarios y convencerlos apoyado en su toreo exquisito, artista y de muchísima clase. Pero al parecer, Ponce está empeñado y esforzado en que el respetable no lo deje trabajar. No es la primera vez que viene a la capital y tiene argumentos para seguir siendo el titular del toreo mundial; lo que no entiendo es por qué el mismo Ponce y su administración están obligandose a pasar los tragos amargos que pasa cada que se presenta en esta plaza. Sabe que a él la afición le exige, lo sabemos todos. Y terminará convenciendo hablando en el ruedo, entonces, ¿cuál es la necesidad de ponerse a la afición en contra? Una figura del toreo no se debería permitir pasar este tipo de vergüenzas.

Intratable Saldívar.

Arturo está que no cree en nadie. Puede con todo, contra todo y a pesar de todo. No importa si sale un manso como su primero; él puede. No importa si la gente se distrae con la lluvia, como en su segundo; él también puede. Tampoco importa si le cortó las orejas a uno; si Ponce regala un toro, él tambien. Porque puede. No importaría si en lugar de un toro sale un león por la puerta de chiqueros. Arturo Saldívar puede con todo y no solo se escuda en el carácter, también se defiende con buenas maneras, mucha técnica, conocimiento de los terrenos que pisa y un corazón caliente que no le cabe en el pecho.

No se intimida con nada, no se achica en los momentos importantes -importantísimos-, hoy está consagrado con la afición capitalina y se identifica con ella. Es la viva demostración de que un proceso bien llevado, con tiempos correctos, sin precipitaciones, desde que era un niño hasta hoy; rinde los frutos esperados. Tomémoslo como ejemplo.

¡Enhorabuena, Arturo!

El gusto es todo mío, Diego.

Un bien administrado Diego Silveti por fin se dejó ver en tierras americanas. Su administración hizo bien en dosificar sus presentaciones en ruedos aztecas, dándole además publicidad y un poco de mística, apoyado en la leyenda de su apellido. A Diego no le pesa el apellido, le imprime personalidad a sus labores y se queda tan quieto como lo hacía su padre. Al de su confirmación, que estaba desbordado en kilos, le sacó muletazos de muy alta factura, se arrimó y hasta lo ahogó con presencia entre los pitones. Su segundo fue un toro muy difícil, muy violento y crudo en varas. Aún así, dejó demostrado que tiene con qué, está lleno de carácter y buenas maneras. Es cuestión de tiempo.

Encantado de conocerte, Diego.

Twitter: @Pablo_DelToro.

abril 15, 2011

El toro pone a cada quien en su lugar. Por Pablo del Toro.

(Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes. Escribí este cuento con el corazón roto para una ex-novia hace unos seis o siete años. Lo comparto, ojalá les guste.)

El Toro Pone a Cada Quien en su Lugar

Hermoso era aquel morito que por poco me quita la vida en la tarde de mi bautizo de sangre. Un castañito guapo de hechuras, excelentemente bien criado, con sus cinco años cumplidos y una cornamenta que pareciera inofensiva cuando uno no se arrima. Cuando lo conocí era un becerrito de pintura. Era una tarde soleada de abril de hace unos tres años. Estaba en un corral especial, separado de los demás bureles. Los ganaderos habían puesto especial cuidado en él, no permitían que mucha gente lo viera, pues querían que fuera lidiado por alguna figura del toreo. Increíblemente, y sin ser la figura que ellos esperaban, lo criaron, alimentaron y cuidaron para que yo lo lidiara como mandan los cánones del toreo en el mundo. Yo iba a la finca ganadera a verlo de vez en vez, pues ése castañito, aquel tierno becerrito que corría en su corral especial para él había cautivado mis instintos toreros desde el primer momento en que lo vi. Parecía un perrito café visto desde afuera del corral. Recuerdo que en innumerables ocasiones me acercaba a las rejas del corral con un poco de paja en la mano diestra, y el bonachón pequeñín se acercaba a comer de mi mano. Y bonachón y todo, pocos eran los que soportaban ver continuamente sus ojos. Unos ojos profundos y parlanchines que denotaban la fiereza del animal, la tenacidad del encaste, la raza del torito y la bravura de la especie.

Y yo lo esperaba, con capote y corazón en mano, la montera en la cabeza y los machos bien apretados, detrás del burladero de matadores. Con coleta natural y la barbilla sobre las tablas veía a los monosabios aplanar la arena mientras otro más panzón cargaba el letrero que anunciaba los datos del toro que iba a ser lidiado. “Pelafustán” era su nombre, con el número 1 marcado a fuego en el costillar, nacido en abril del 88 y me reservo el peso para evitar represalias.

Recuerdo aún la sombra del patio de cuadrillas. Un escalofrío constante recorría mi cuerpo desde la punta de los dedos hasta la nuca, una y otra vez. Y silencio, mucho silencio. Apenas escuchaba a lo lejos los murmullos de los aficionados buscando sus asientos, pidiendo las cervezas y los pregones vendedores de chatarra que merodean las inmediaciones del patio. Pensaba en lo grande que podía llegar a ser ésa tarde. Siempre pensamientos positivos, y recordando los momentos que había vivido con “Pelafustán” en el campo, en lo que era su casa. Tenía mi capote de paseo recostado en mis antebrazos entrecruzados entre sí, y en mi mano derecha mi montera.

- Es hora, Matador – Era mi mozo de espadas, regresándome a jalones de mis pensamientos y ayudándome a liarme con el capote de paseo.

Y sonaron las primeras notas de la banda. Fui el primer hombre en pisar la arena. Levanté la mirada y agradecí la ovación, luego dibujé con la zapatilla una cruz en la arena.

- ¡Que Dios reparta suerte! – Grité a mis alternantes y subalternos. Y así fue. La suerte estaba echada.
Caminé a través del ruedo, desmonterado y mirando al piso siempre, escuchando el retumbar de los pasos en la arena y las palmas del público. Sin darme cuenta llegué al final del recorrido y saludé al presidente, con la cara seria como un yeso.

La plaza estaba llena. En los carteles de los alrededores del embudo se leía la soñada pegatina de “No hay billetes”. En las barreras de primera fila de sombra, mi familia. Junto, la familia ganadera. Atrás, familiares de mis alternantes. El aroma del puro de la boca de mi padre causaba estragos en sus vecinos que molestos sacudían las manos intentando inútilmente alejar el humo del tabaco. Junto a él, mi madre, con la fuerza típica de su gesto. Y del otro lado, mi hermano, nervioso a distancia.

Era mi tarde de presentación en plazas de primera y había escogido un elegante terno blanco con bordados en oro, y faja y corbatín en negro. Esa tarde tomaba mi alternativa. Y “Pelafustán” sería el toro de la ceremonia.

Recargué la frente en la barrera esperando con más nervios que miedo a que sonara el clarín desde el palco de autoridad, avalando la salida del toro.
- ¡Puerta! – Escuché a lo lejos. “Pelafustán” estaba en la arena. Yo, por cábala, no quise ver su salida de la puerta de los sustos.

El morito atravesó el ruedo con alegría. Levanté la mirada, y ahí estaba “Pelafustán”, con casta de princesa y bravura de guerrillero. Remató un par de veces en el burladero y atravesó de nuevo el ruedo, corriendo a toda velocidad y rematando por abajo mientras torcía el rabo.

Lanceando acá y allá, soltando los nervios le planté media docena de verónicas por ambos lados, fuertemente coreadas por los asistentes. Autoricé la entrada de los piqueros al ruedo y yo mismo llevé a “Pelafustán” a los caballos por chicuelinas andando y un remate por abajo, dejando al burel a pocos metros del jamelgo. “Pelafustán” peleó con codicia al caballo y se creció con fuerza al castigo provocando un tumbo. Era un bravo auténtico.

Hice un quite por gaoneras bien ajustadas, que me hicieron sudar tinta. “Primero sudas sangre y luego mueves los pies” decía mi maestro.

El segundo tercio de la lidia transcurrió sin eventos dignos de mencionar.

Tomé el capote de nuevo y me paré en la arena, mientras mi padrino se acercaba al palco del presidente para pedir permiso. Volé de nuevo en mis pensamientos y de nuevo a pedradas me regresaron con éstas palabras:
- Suerte, matador. Por toda esa carrera llena de triunfos en todas las plazas del mundo que tienes por delante. Recuerda que en esto del toro o te la juegas, o te la juegan. Vamos a por todas en esta tu tarde. Ajústese y juéguese la vida. De eso se trata esto. – Y me abrazó.

Tomé la muleta que me cedió, pedí permiso al juez y corrí a los medios a brindar la muerte del morito a todo el público. La ovación se oyó fuerte. Y, para mis adentros, en voz muy baja, pero con todo el coraje y el corazón que tengo, le dije: “Va por ti, Pelafustán”.

En los medios, cité de largo a “Pelafustán”, quien sin pensarlo dos veces acometió con fuerza. Tres péndulos, una vitolina, dos derechazos y un pase de pecho fue la tanda con la que inició mi faena. El lado derecho de “Pelafustán” era áspero, pero franco. Pelafustán se entregaba en cada una de las embestidas que hacía. Metía el morrillo como ninguno, arrastraba el hocico en la arena y recorría cuando menos 2 metros en redondo en cada una de sus acometidas.

Era delantero vuelto de pitones, y no los sentías hasta que te los pasabas así de cerca. Por el lado izquierdo, el morito tenía un temple inagotable. Sendos naturales le pegué. En un trincherazo, “Pelafustán” avisó. Y avisó en serio. Tiró un derrote que me desarmó la muleta. La recogí, volví a armarla y el toro me vio con sus ojos parlanchines y claramente me dijo: “Por la derecha ya no quiero nada”. Pero no lo quise escuchar, o leer. Ya tampoco escuchaba los olés de la afición ni los consejos del apoderado. Ya no oía nada. Sólo me escuchaba a mí mismo. No vi las amenazas del toro. Pero me avisó, y me consta.
Un molinete, un derechazo entero y templado, uno más sin templar, otro más que por poco y me desarma la muleta, y el último, limpio, pero sin desahogar la embestida de “Pelafustán”, que me sintió y me levantó.
Fueron los 6 segundos más largos de mi vida. Caí de espaldas a la arena, y no vi a nadie acercársele al toro haciendo el quite. Estaba solo. “Pelafustán” ya tampoco acometió de nuevo contra mí. Recostado en la arena, sólo pensé en aquel tierno becerrito castaño de hacía años atrás que me recordó que existe una razón para vivir. Ése mismo castañito ése día me la estaba quitando. Lo terminó por lidiar alguien más, no sé quién es. Y tampoco me importa.

Hoy tengo tres cornadas. Una, la de la carne. La que no me duele. La segunda, la de la cabeza, que no me deja pensar. Y la tercera, la que más me duele, la del corazón, la que no deja de sangrar lágrimas de pasión, de amor al toro, de vida y de muerte, de sol y de sombra. Pero también, es la que hoy me deja escribir lo que escribo. Y además, es la que me da fuerza para seguir, para taparme la herida con mis propias manos y volver a hacer el paseíllo en la misma plaza, con la misma entrega y deseando con todas mis fuerzas que vuelva a hacerle una faena histórica de rabo a “Pelafustán”.

Aún no me recupero, ni tengo contratos firmados para volver a torear. Pero sí tengo unas cuantas lecciones de vida, y una de ellas es: El toro pone a cada quien en su lugar.

marzo 24, 2011

Pequeñas Grandes Diferencias. Por Pablo del Toro.

(Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes)

De todos es sabido que en México tenemos un estilo particular para la fiesta, cualquiera que sea ésta. Más para la Brava, en la que además somos muy dados a defender nuestros antiguos y nacionalistas métodos a capa, montera y estoque; aunque sabemos que no son las formas más eficientes.

Y es que en este país no estamos acostumbrados a ofrecer la mejor calidad de producto sin condiciones al consumidor, por ocasional o recurrente que sea. Pude ver la transmisión última corrida por TV de la Plaza de Toros México; y también algunas corridas de la Feria de Fallas en Valencia. Y entonces me dio por comparar las dos fiestas y tratar de encontrar las diferencias fundamentales de por qué allende los mares es una fiesta nacional y aquí no es, ni por mucho, algo realmente presumible.

Es un hecho que la fiesta que tenemos en nuestro país puede estar peor, y también que la española puede estar mejor. Pero el trecho abismal entre una y otra no es más que el resultado de las cosas bien hechas, y aunque las diferencias entre ellas sean pequeñas, estas mismas obligan que los resultados sean exitosos, tanto en lo artístico como en lo económico.

Todo esto empezó a tomar forma mientras decidía si asistir a la Fería de San Marcos, o quedarme a ver las corridas de la Feria de Abril en Sevilla. En la tele, por supuesto.

Pienso yo que todos los males que padece nuestra fiesta (y no solo la fiesta) se reducen a una sola razón: la falta de profesionalismo. En todos los aspectos. Empezando por autoridades corruptas y facilotas, que permiten cuanta ocurrencia marciana exista. 

Hay que aceptarlo, las cuadrillas a veces dan vergüenza. Salvo excepcionales casos, los de plata son señores que rebasan los 40 años de edad, que difícilmente son capaces de clavar un par de banderillas en buen sitio. Los picadores tienen más trapío que los mismos toros, y nos ha tocado ver que no se pueden subir a los caballos de semejante barriga que portan. Pero eso sí, bien sindicalizados. No vaya a ser que les quieran ver la cara. 

Y no nos limitamos a las cuadrillas, también quienes las comandan nos dan de qué hablar. Por que increíblemente novilleros que tienen para crecer se apuran en tomar la alternativa, aventándose ellos mismos al montón de toreros que nadie tiene ganas de ver. Porque no se deberían presentar en una plaza de toros si en realidad no saben matar a un toro. Porque para qué queremos ver cómo se tiran deliberadamente abajo con la espada. Porque para presentarse en una plaza de toros a torear primero hay que aprender a hacerlo. 

Podría seguir esta larguísima lista por horas, pero no es el punto. Al final, los realmente culpables de todos somos nosotros los aficionados por no saber exigir un espectáculo digno. Por no saber exigirle lo mínimo a los toreros, lo mínimo: parar los pies. Porque aplaudimos y pedimos orejas a todo aquel que ose pararse enfrente de un toro, desvirtuando el espectáculo. Porque a nosotros no hace falta darnos pan; con puro circo estamos contentos.

marzo 08, 2011

Tan poco el amor y lo desperdician en celos. Por Pablo del Toro

(Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes.)


(Publicado en www.toroestoro.com el 08/03/2011. Decimonovena Corrida de la Temporada Grande 2010-2011 en la Monumental Plaza de Toros México. Seis toros de Ordaz para Juan Bautista, Alberto 'el Cuate' Espinoza y Fermín Rivera. Corrida llevada a cavo el 06/03/2011.)

Tan fácil que a veces es hacer las cosas bien y de buenas como para que estemos gastando energías en hacerlo mal y de malas.

Y hablo, específicamente, del palco de autoridad comandado por Gilberto Ruiz Torres, que está empeñado en pegar petardos semanalmente como si de eso se tratase su trabajo. Y es que el juez autorizó la lidia del que hizo quinto a sabiendas de que estaba despitorrado desde la cepa, pues el accidente ocurrió desde que fue entorilado. Insistentemente haciéndose de la vista gorda, como si pensara que nadie se daría cuenta de la fractura, o a lo mejor esperando que un milagro curara al animal. Increíble.

Mención aparte merece la presencia de los toros lidiados, que provenían de la ganadería de Ordaz. Los seis tenían su lidia y definitivamente alguien con más experiencia, corridas y oficio les hubiera podido sacar mejor partido, pues los cornúpetas no se comían a nadie. Eran descastados en su mayoría, eso es cierto.

El francés Juan Bautista decepcionó a quienes nos había dejado un buen sabor de boca con su actuación, pues aunque lució muchos recursos y usa la cabeza, lo hizo demasiado apurado y con poco reposo. No tuvo oportunidad de redondear sus actuaciones así que todo fue a base de chispazos sueltos y muy rápidos.

Alberto El Cuate Espinoza hizo gala de muchísimo valor, quedándose muy quieto ante su primero que le desarrolló sentido. Aunque está poco toreado y no siempre entiende del todo a los animales que lidia y debido a ello a poco estuvo de recibir una cornada grave, es cierto que la voluntad y el valor extremo lo llevaron a saludar en el tercio con mucha verdad, convenciendo al público de que al menos, las ganas las tenía para sobresalir. De ésas salidas al tercio que sí cuentan, que sí dicen algo, que son bien ganadas y más que merecidas.

Las cosas no fueron fáciles para Fermín Rivera, que se tuvo que valer de apenas chispazos y detallitos pequeños de arte, sin mostrar tampoco algo más allá. Tuvo en contra además, al clima, lo que provocó que la gente se distrajera y es difícil hacer una crítica solvente de su labor. 

marzo 01, 2011

Si es hecho en Francia, es producto de exportación. Por Pablo del Toro.

(Bajo este seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes)

(Publicado en www.toroestoro.com el 28/02/2011. Decimoctava corrida de la Temporada grande 2010-2011 de la Plaza de Toros México. Seis toros de Villa Carmela para el francés Juan Bautista, Óscar López Rivera y Aldo Orozco. Corrida llevada a cabo el 27 de febrero de 2011.)




Foto: Emilio Méndez. Tomada de www.suertematador.com

La lógica indica que entre peor conformado esté el cartel, menos gente asistirá a las corridas. Y cumpliendo con esta premisa, la tarde del domingo 27 de febrero fue la que menos asistentes tuvo en lo que va de la temporada. Asimismo, también fue uno de los carteles menos rematados de la misma.

Los escasísimos asistentes vieron un encierro de Villa Carmela de excelente presentación, con edad y trapío los seis, aunque de juego variado.

Las tierras francesas surtieron de nuevo otro torero elegante aunque de corte distinto como lo es Juan Bautista. Vino a comprobar el sitio que tiene y que definitivamente es producto de los años que tiene toreando en las ferias europeas. Le puso un estoconazo a su primero que emocionó al escaso público, que sin pensarlo dos veces pidió la oreja, como ocurre todos los domingos. A su segundo lo toreó bien, con tersura y elegancia pero con estocada muy defectuosa, lo que impidió que tocara pelo esta tarde.

Han perdido tanto valor los trofeos cortados en la Plaza México que es ya prácticamente lo mismo si se cortan o no. Ya mejor no hablemos de merecimientos, pues el sentido de los trofeos está totalmente desvirtuado y destruido. Así las cosas, pienso que a veces es mejor no cortar nada, e irse dejando un buen sabor de boca, como Juan Bautista. Y es que de haber cortado una oreja, ya las cosas no sabrían igual.

Óscar López Rivera sorprendió a propios y extraños haciendo lo que algunos toreros con muchísimas más corridas que él no pueden hacer: quedarse quieto. No tiene sitio, ni mando, ni tampoco mucha técnica, pero estuvo con voluntad, y sí se quedo quieto. Habrá pegado dos, como mucho tres muletazos valiosos pero sin acoplamiento, sin sitio y sin son. Necesita torear mucho más, para entonces regresar a La México y enseñar lo que tiene.

La oreja pitada e inmerecida que cortó Aldo Orozco en su primera comparecencia esta temporada rindió frutos pues lo repitieron en otro cartel; pero el diestro no lo aprovechó cabalmente y se fue pitado en uno y silenciado en otro. No paró los pies y estuvo sin brújula a la hora de matar, por lo que el público se impacientó y con justificada razón le exigió. Un trago amargo, a final de cuentas.  

febrero 22, 2011

[REC], [REW], [PLAY]. Por Pablo del Toro.

Por Pablo del Toro. (Bajo éste seudónimo escribe Juan Pablo Lagunes.)

(Publicado en www.toroestoro.com el 22/02/2011. Decimoséptima corrida de la Temporada Grande 2010-2011 en la Plaza de Toros México. Dos toros de los Encinos y cuatro de Malpaso para Pablo Hermoso de Mendoza a caballo, Rodolfo Rodríguez 'El Pana' y Pepe López. Corrida llevada a cabo el 20/02/2011.)


Foto: Edmundo Toca. Tomada de www.suertematador.com




No hará falta invertir mucha tinta en una tarde que al menos, para quien esto escribe, ha terminado por ser intrascendente.

No fue más que la repetición de lo ya visto en numerosas ocasiones.

Dos toros de Los Encinos para rejones que fueron buenitos y aprovechados, pero con poca transmisión y excesivamente despuntados. Los cuatro de Malpaso estaban bien presentados y uno más de Luis Felipe Ordaz que no sirvió. En resumidas cuentas y siendo completamente francos, no hay mucho qué decir de la tarde.

La humildad, un valor agregado a las faenas de un grande.
Terminará por ser infértil la discusión de quién es el mejor rejoneador. Sin embargo, es cierto también que Pablo Hermoso está ya muy visto en La México. Ha terminado por agotar su creatividad, provocando entonces que el público le exija más de la cuenta. Es, en sí, una película que particularmente yo ya vi demasiadas veces.

No deja de ser espectacular, y tampoco es válido demeritar sus actuaciones por eso. Pero es un hecho que tendrá que reinventar sus faenas con algo nuevo, antes de que canse a la afición mexicana.

Lo que sí habrá que reconocerle es que le pone un ingrediente que pocos utilizan: la humildad. Tiene sazón de hecho en casa y eso, como quiera, se agradece.

De Pena en Pana…perdón, en pena
De nada sirve defender a toreros con la pluma o con un micrófono. No hay que mentir, el Pana no estuvo bien, pues sus toros exigían un lidiador y no un Brujo. Meritorio es que a sus seis décadas de edad siga medio parándose enfrente del toro, pero en realidad es un tentador de la suerte y no siempre ésta le sonreirá. Y es que no le quiso salir a su primero que parecía bravo y que penosamente se estrelló en el burladero (quién sabe si accidentalmente), y para suerte del tlaxcalteca quedó inhabilitado para la lidia. Luego le costó trabajo quedarse quieto frente a su segundo y no pasó nada más.

¿Y Pepe López?
¡Ah! También hizo el paseíllo el espigado Pepe López, que tuvo voluntad pero que dice muy poco. Le falta ponerle un sello personal a su tauromaquia para poder darle un poco de sabor a su esfuerzo. Esta vez, pasó ya bien entrada la noche.

febrero 15, 2011

El que persevera alcanza. Por Pablo del Toro.

(Publicado en www.toroestoro.com el 15/02/2011. Decimosexta corrida de la Temporada Grande 2010-2011 en la Plaza de Toros México. Toros de La Estancia para Rafael Ortega, Alejandro Talavante y Juan Chávez. Corrida llevada a cabo el 13 de febrero de 2011.)
Foto: Manolo Briones. Tomada de www.suertematador.com.

No hay duda de que cuando la determinación, dedicación y decisión están conjugadas correctamente el esfuerzo siempre se verá justamente reconocido.

Alejandro Talavante lo volvió a hacer; ésta vez con toros que se prestaron menos para el lucimiento, pero lo hizo con tanto compromiso como en su primera comparecencia ésta temporada.

Fueron seis toros procedentes de La Estancia los que se lidiaron el pasado domingo 13 de febrero en la Plaza México , que estaban excesivamente gordos, aunque con presencia, edad y bien armados. Nula fuerza de algunos y sositos y descastados en su mayoría, aunque con recorrido.

No es ninguna locura afirmar que el tonelaje desmedido en los animales de lidia aunado a la debilidad de los mismos, arrojará como resultado el ver a los toros caerse una vez tras otra. Y bueno, no hará falta insistir en que cuando el toro se cae, el toreo se derrumba.

Rafael Ortega: Esto es lo que hay.

Rafa Ortega no se aguantó las ganas de poner banderillas en La México. Ni porque el doctor dijo. Es probable, incluso, que el médico le haya recomendado no poner los palitroques porque la verdad es que no lo hace tan bien como él cree. De los seis que puso, en cinco salió disparado de la suerte como si se le fuera la vida en ello. Algunos, casi todos, fueron colocados a cabeza pasada y sin gusto, como sin ganas de hacerlo.

En general así fue toda su labor, en la que no traicionó su estilo bailarín sin parar los pies. Como siempre que viene, recibe con faroles de rodillas sin torear al toro, más bien interponiendo el capote en el camino del animal. Tiene a la gente de su lado, lo que le ayuda a salir a flote sin realmente convencer a todo el cotarro.

Alejandro Talavante: Perseveró y sólo entonces, alcanzó.

Esta vez Alejandro Talavante sí mandó afilar sus toledanas, para ya dejar de lado de una vez por todas cualquier pretexto para no salir por la puerta grande. Argumentos para ello, tiene muchos, muchísimos. Y hay tres tardes, contando ésta, que lo respaldan.

Alejandro Talavante volvió a cautivar a los asistentes con su personalísimo toreo, tanto de capa como de muleta. Lo hizo de nuevo, porque otra vez detuvo el tiempo con naturales que fueron eternos, con inventiva y sello personal que le imprime a cada uno de los pases que ejecuta.

Y ahora no nos quedó tan mal con la espada, porque aunque perdió el par de orejas de su primero por pinchar, puso dos estoconazos en todo lo alto que le respaldaron para cortarle una oreja a cada uno de los que lidió y así, por fin, tras dos intentos fallidos por la maldita espada logró abrir la puerta grande de La México. Ya la soñaba, ya la añoraba. Ya la merecía.

Es una pena que Alejandro no tenga el tirón de taquilla que todos deseamos, porque sin duda se convertiría en un consentido de la México. Lo va a lograr, sin duda, porque es un torerazo.

Un Juan Chávez que no sabe a nada.

Juanito Chávez es un torero tan gris como su nombre. Tan insulso que, en realidad, es difícil recordar su labor. De lo que sí me acuerdo es que a su primero que era huidizo había que lidiarlo con conocimiento y no lo hizo, pues se dedicó a echárselo afuera dejándolo suelto, con poco mando en su muleta y medio tibio en su carácter. Y en su segundo, dejó que su picador se sirviera con la cuchara grande, para después justificarse con que su toro se quedó parado. Úrgele una brújula o alguien que le explique de qué se trata esto.

Le faltan unos puntos de coraje, porque ya tuvo un par de oportunidades en ésta Temporada y nunca las justificó. Tiene mucho qué trabajar. Muchísimo.

A mi querida Plaza México. Por Pablo del Toro.

(Publicado en www.toroestoro.com el 08/02/2010. Serial de Aniversario de la Plaza de Toros México, con dos corridas correspondientes a la Temporada Grande 2010-2011. Toros de Teófilo Gómez y Julio Delgado para Eulalio López 'El Zotoluco', Enrique Ponce, Uriel Moreno 'El Zapata' y Sebastián Castellâ. Toros de Cuatro Caminos y Barralva para Diego Ventura, Miguel Ángel Perera, Octavio García 'El Payo' y Arturo Saldívar. 5 y 7 de Febrero de 2011, respectivamente.)



















Fotos: Manolo Briones. Tomadas de www.suertematador.com

Qué vieja te debes de sentir a tus ya 65 años de existir. Seguramente estás contenta, porque de cumpleaños te trajeron de tierras ultramarinas tres faenas de las que uno tiene que ver para creer que sucedieron.

Tres faenas en tres tardes distintas que seguramente te cimbraron los huesos de cemento, que te enamoraron como en aquellos días y que te hicieron sentir joven otra vez. Hablo, por supuesto, de las faenas de El Juli el 30 de enero, la de Sebastián Castella el día de tu cumpleaños y la que hizo Miguel Ángel Perera el lunes 7. Yo las vi, y por eso te escribo esta carta.

Estarás contenta, pues, por tu cumpleaños. Pero no me negarás lo doloroso que debe ser para ti ver pisoteada tu dignidad y tu categoría domingo a domingo. A veces lunes, a veces sábado. A mí, como aficionado y tu recurrente visitante, me duele. Me duele que el pequeño serial que se organiza para festejarte y que otrora había llegado a ser una de las tres tardes más importantes del orbe taurino, hoy no es más que un festival de migajas para aficionados fiesteros, orejistas y poco exigentes.

Porque tampoco negarás, querida Plaza México, que con el paso de los años tu categoría y prestigio ya no son los mismos. No puedes esconderlo. Ni tú ni yo podemos ocultar que el adjetivo “Monumental” ya sólo se conserva por tu magno tamaño. Sabemos que es por distintos y muy numerosos culpables que van desde la ley capitalina con absurdas prohibiciones hasta algunos aficionados mediocres, otros chovinistas y a veces hasta radicales, pasando por empresarios, toreros, figuras, ganaderos, subalternos, veedores de toros y sobre todo los jueces, que son los encargados de protegerte. Y la que paga los platos rotos eres tú. Eres tú, porque tus tendidos ya sólo se llenan a tope cuando se trata de todo menos de una corrida de toros.

Déjame te cuento, querida plazota, que como yo, muchísimos aficionados esperábamos con ansias el día de tu cumpleaños por una sencilla razón: Enrique Ponce. La primera figura del toreo mundial, que sólo tenemos oportunidad de ver un par de veces al año y que estoy seguro que conoces porque sé que es uno de tus mejores amigos. Con desilusión observé cómo sus impresentables novilletes medio caminaban por la arena y con molestia protesté porque quería defender tu categoría. Ni su faena que fue excelente me reanimó, ni me calló la boca. Abusó, pues, de la nobleza de tu gente. Otra vez. Y tú que lo permites. Sí, Ponce, el torero de Chiva… y de chivos. Por increíble que parezca.

Por otro lado, salieron al quite Juli, Perera y Castella con faenas que sí fueron dignas de que las alojaras. Que tampoco torearon mastodontes, pero que sí callaron bocas porque las faenas hablaron por sí solas. Porque no se dejaron abrumar por el tamaño de nada ni de nadie. Porque ésta vez Castella sí se tiró a matar como se debe, porque Juli cortó un rabo unánime y Perera estuvo a algunos pinchazos de hacer lo propio. Zotoluco hizo lo mismo que siempre hace pero vestido de otro color y el Zapata puso muy bien dos pares de banderillas y nada más. A el Payo le regalaron una oreja y le negaron otra que sí merecía, y Saldívar justificó su inclusión en el cartel. Ventura, a caballo, presumió su extraordinaria monta y sus dos orejas festivaleras con una decisión que no le cabe en el pecho.

Cabe resaltar, además, que nos dieron gato por liebre, o dicho más apropiadamente, nos dieron novillotes por toros. No se lidió lo que en tu nombre anunciaron pues de los bureles de Cuatro Caminos no les vimos ni la sombra y de los cuatro de Julio Delgado que se anunciaron, sólo salieron dos.

En fin, querida Plaza México. Espero que hayas pasado un muy feliz cumpleaños, y espero también que festejemos muchos juntos. A final de cuentas todos disfrutamos algo en tu cumpleaños y eso es lo que cuenta para alimentar y mantener viva esta fiesta que a tanto a ti como a mí nos apasiona tanto. Nos vemos el próximo domingo.


Con todo mi cariño,

Pablo del Tor
o.

De lo Sublime a lo Fantástico. Por Pablo del Toro.

(Publicado en www.toroestoro.com el 01/02/2011. Decimotercera Corrida de la Temporada Grande 2010-2011 en la Plaza de Toros México. Siete toros de Xajay para Eulalio López 'El Zotoluco', Julián López 'El Juli' y Octavio García 'El Payo'. Corrida llevada a cabo el 30 de enero del 2011.)

 Foto: Manolo Briones. Tomada de www.suertematador.com

Ni el palco de autoridad que está poblado de ineptos que cumplieron con creces su cuota semanal de petardos pudieron arruinarle la noche a Julián López El Juli.

El triunfo de El Juli ha dejado de lado todo tipo de marrullerías y suspicacias. Ha sido indiscutible. Ha sido colosal.

Fueron siete moritos queretanos de Xajay los que desfilaron por la arena de La México, bien presentados todos, con edad y pitones. Fueron buenos aunque se coló algún mansito, no tenían malas ideas y hubo otros que tenían condición física para llegar caminando a la Villa si hubiera sido necesario.

Zotoluco: Poco pan, mucho circo

No es sorpresa para nadie el estilo de Eulalio López pues lo ha profesado durante sus dudosas mil corridas. Él viene a lo suyo, con su toreo vulgar de pierna retrasada y en escuadra, a pegar molinetes, martinetes y pases de pecho a distancia mientras recorre metros y metros entre pase y pase.

Es una pena porque el Zotoluco tiene la facultad de pocos, pues les entiende bien a casi todos sus toros y aunque les da la lidia correcta, saca chispas por todos lados y termina por ser una cosa espantosa.

No debió permitir que lo sacaran a hombros de la plaza, porque no lo merecía. No merecía ninguna de las dos orejas ‘de mentiritas’ que el bondadoso y caritativo juez le donó con moño y tarjetita “de/para” incluidas.

El Juli: Vino, vio y venció

El domingo 31 de enero de 2011 Julián López escribió con letras de oro su nombre en el corazón y en la memoria de la afición capitalina. El Juli hizo el paseíllo con la decisión de salir a hombros por la puerta grande con el triunfo más sólido, más justo e indiscutible que se han visto en los últimos años en la Plaza de Toros México. Y, por supuesto, lo logró.

El Juli no se anduvo con rodeos. Con la decisión, inteligencia y capacidad que sólo las figuras consagradas a nivel mundial tienen saltó al ruedo entregándose en cuerpo y alma, creando una auténtica sinfonía a dueto con su nobilísimo y obediente toro de regalo. Julián no se dejó distraer por los despistados villamelones que pedían el indulto de “Guapetón” y antes de que el juez saliera con su chistosada se tiró a matar ambicioso de un triunfo de los de verdad, dejando una estocada entera que sentenció el corte de las orejas y el rabo, que al menos en esta plaza, años tenía de no ser tan justo y unánime.

A pesar de que le pitaron una oreja, a pesar de las dos que le regalaron a el Zotoluco, a pesar de malograr con la espada la faena del quinto que también fue fenomenal, a pesar de se topó con el manso del encierro, a pesar de que a un miembro de su cuadrilla le dieron una cornada, Julián López obtuvo un triunfo a toda ley. Con ello, sin ello y a pesar de ello.

¡Grande Julián, grande maestro!

¿Quién eres, Payo?

Si bien Octavio García el Payo no sorteó bureles a modo, es un hecho que vimos un Payo completamente desconocido. Un Payo desconcentrado, entregado, eso sí, pero carente de afición, de técnica y de ambición. Parece que Octavio sufrió un trastorno de personalidad y ahora le dio por tomar sus toros del costillar, pegar pases sin ton ni son y sin parar los pies.

Éste no es el Payo que conocimos, y ojalá regrese el auténtico y original porque esta vez nos dieron una versión pirata. Aún tiene un compromiso más ésta temporada.

No nos decepciones, Payo.

La Buena Educación. Por Pablo del Toro.

(Publicado en www.toroestoro.com el 25/01/2011. Decimosegunda corrida de la Temporada Grande 2010-2011 en la Plaza de Toros México. Toros de San Isidro para Rodolfo Rodríguez 'El Pana', Alejandro Talavante y Arturo Saldívar. Corrida llevada a cabo el 23 de enero del 2011.)

Foto: Manolo Briones. Tomada de www.suertematador.com

Es una realidad que las faenas valiosas no saben igual cuando se le hacen a becerrotes como los que saltaron a la arena de la Plaza México el domingo 23 de enero pasado.

Que, habrá que decirlo, eran buenos, nobles y hubo uno que hasta bravo fue. Sin embargo, hasta espantarles las moscas pierde veracidad cuando su presencia es diminuta y su edad mentirosa. Fueron, como se les conoce, auténticos toros “traga-años”.

El Pana: Entre el arte y el desastre

No hace falta rememorar la cantidad de veces que la vida ha sido injusta con Rodolfo Rodríguez el Pana. Y, como se esperaba, la vida le salió respondona e injusta de nuevo, pues le regalaron una oreja que sinceramente no merecía.

Y es que el caricaturesco y personalísimo tlaxcalteca inundó la plaza de alegría, algo de buen humor y también nos regaló uno que otro derechazo valioso y su tan famoso trincherazo, que cuando le salió, ya no quiso hacer nada más. Luego hasta se asustó.

Algo tiene de mago, eso es cierto. Pero queda la sensación de que Rodolfo le falta el respeto a la profesión, pues parece que no la toma en serio. Aún así, algo tiene que hace que la afición se identifique con él, pues de torero, poeta y loco, todos tenemos un poco.

Talavante ya ocupa vacante
Tal parece que la hora del recreo de Alejandro Talavante es cuando torea en La México. Porque parece que viene como a jugar, como a entrenar, como si nada ni nadie lo viera recrearse enfrente del toro.

Porque para Talavante el toro americano es como un dulce, que aprovecha a cabalidad, y que además aprovecha el viaje para sentirse a gusto, para creerse torero. Él es el primero en disfrutar de su trabajo, y eso además, le da plusvalía a sus faenas.

Pero como para despertarnos a cubetadas de agua helada, deja que el azar se encargue de la suerte suprema, como si de eso se tratara. Pierde la brújula a la hora buena, y desgraciadamente todo termina con un trago por demás amargo.

Saldívar está hecho un caballero

Haciendo gala de buena escuela, Saldívar le pudo al bravo del encierro. Y en realidad son pocos los toreros que saben y que pueden masticar y tragar a los toros bravos.

Siempre presumiendo de buenos modales, con la boca cerrada, sin poner los codos en la mesa, bien vestido, sin piruetas, sin alardes, sin pegar de gritos y sin colgársele del pitón al mentiroso cuatreño. Y claro, con muchísimo valor. Ni su mamá se la creería.

Arturo Saldívar toreó con clase, con elegancia y con educación, como se debe torear en las plazas de primera. Se pegó un arrimón, le cortó una oreja valiosísima a su segundo y merece un lugar en las corridas de Aniversario. Sin duda, el lugar mejor ganado para los toreros nacionales.

Desde acá envío el más sentido pésame a los familiares y amigos del matador de toros José María Luévano (Q.E.P.D.), deseándoles una pronta resignación por la irreparable pérdida. Va por sus hijos.

Lo que Bien Empieza... Tenía que Terminar Bien. Por Pablo del Toro.

(Publicado en www.toroestoro.com el 18/01/2011. Decimoprimera corrida de la Temporada Grande 2010-2011 de la Plaza de Toros México. Toros de Rancho Seco para Diego Ventura, Uriel Moreno 'El Zapata' y José Mauricio. Corrida llevada a cabo el 16 de enero de 2011.)

Foto: Manolo Briones. Tomada de www.suertematador.com

No cabe duda que cuando acude tanta gente a la plaza, las emociones se multiplican por miles.

Como tradicionalmente ocurre cuando hay éste tipo de presentaciones que causan tanta expectación, las cosas nunca suelen quedar en tonalidades grises. No existen los puntos medios, ni el ‘más o menos’ y tampoco el ni muy-muy ni tan-tan. Quien lo hace bien parece que lo hizo extraordinario, y al que lo hace mal le va peor.

En la decimoprimera corrida de la temporada hubieron emociones para dar y regalar, tanto de éxtasis como de rabia. Terminó por ser una corrida exitosa, después de todo. Seis ranchosequeños justitos de presencia, saltarines, cómodos como sólo ellos mismos y con poquitas complicaciones, sin ser hermanitos de la caridad.

Bienaventurado Diego Ventura, porque de él será el reino del rejoneo.
Para los que dudaban si había algún gallito que se le discutiera la titularidad del rejoneo a Pablo Hermoso de Mendoza, la tarde del domingo 16 de enero Diego Ventura demostró que Pablo no es el único jinete capaz de crear un arte extraordinario a través de sus monturas. Él y sus jamelgos presumen de un valor implacable, un valor inexplicable que no le pide nada a ninguno de los toreros a pie.

Diego Ventura hizo tres faenas ambiciosas, entregadas y lujosas. Hizo gala de sus cabalgaduras, tiene una cuadra de caballos hermosa y valiosísima. Y demostró, por si quedaba alguna pequeña duda, que los toreros a caballo también son toreros.Y, por supuesto, se les puede medir con la misma vara.

El abuso y no el uso de El Zapata.
Mareado debió de haber terminado la corrida Uriel Moreno El Zapata, y no por la zarandeada que cada uno de sus toros le propinó, si no por la cantidad exagerada de piruetas que dio sobre la arena. Y es que al parecer, no se quiso dejar ganar la carrera por los caballos de Ventura.

Uriel hizo un enorme esfuerzo por justificar su inclusión en ésta temporada y terminó por convencer al cotarro, aunque todo fue a costa de perderle la cara a los toros y arriesgando en extremo su condición.

A pesar de todo, se le agradece el uso de toda su improvisación, aunque debería hacer una reflexión sobre el uso y no el abuso de sus recursos. Y es que bien lo dice el dicho: todo exceso es malo. Es simpático, pero procura más a los tendidos que a sus toros y eso en algún momento terminará por pasarle factura.

Resaltó un extraordinario galleo que le hizo a su segundo después del tercer par de banderillas, el único bueno de los seis que puso.

Contadas son las oportunidades como ésta.
José Mauricio desaprovechó en todos sentidos una oportunidad que valía su peso en oro. No supo aprovechar al público que estaba con las emociones a flor de piel y canalizarlo para su beneficio.

Si bien sorteó lo menos potable del encierro, es una realidad que a José Mauricio no le sientan bien los carteles con tanto peso y tampoco las plazas con tanta capacidad.

Sin duda éste fue un duro golpe para su carrera, que deberá enderezar lo antes posible si es que quiere reconciliarse con la afición de ésta plaza, la que da y quita. El mejor que nadie lo sabe.

Pan con lo Mismo. Por Pablo del Toro.

(Publicado en www.toroestoro.com el 11/1/11. Décima corrida de la Temporada Grande 2010-2011 en la Plaza de Toros México. Toros de Real de Saltillo para Manolo Mejía, Pedro Gutiérrez Lorenzo 'El Capea' y Mario Aguilar. Corrida llevada a cabo el 9 de enero de 2011.)

Foto: Emilio Méndez. Tomada de www.suertematador.com
En la arena de La México han sido lidiados un gran total de sesenta y siete toros en ésta Temporada, siendo inútiles para la lidia casi todos.

Se salvarán, si acaso, unos diez. Un indulto gratis y orejas por aquí y por allá, dejando por mero descarte de pocos a muy pocos los momentos memorables (que a pesar de todo, los ha habido) en la presente temporada. Seguimos en nuestra senda triunfalista, queriendo que todo mundo corte orejas para tener algo qué aplaudir.

Diez corridas y contando. Diez corridas que, a excepción de una o dos, siguen sin saciar el hambre de bravura y calidad en los aficionados. Bellísimos toros, con kilos en exceso y con poca calidad, casi un eslogan para la décima corrida de la Temporada Grande en La México.

No importa cuántas tardes se anuncie al incondicional de la empresa Manolo Mejía, y tampoco importa de qué tamaño sean los toros que sortee. Mucho menos va a importar con quién comparta cartel. Manolo Mejía, siempre fiel y puntual va a ser el primero en salir por su cuenta al tercio después del paseíllo. Tampoco le importa si le pitan o no, él, como quiera, no va a torear ajustado nunca. Ni va a cargar la suerte, ni dejará de torear con el pico y retrasando la pierna.

La única novedad es que ahora lució cansado y sin condición física. Y es que para cualquiera sería poco menos que imposible cargar sobre los hombros con el peso un capote, una muletota, una montera, una autoproclamación del número uno, suficientes años y unos kilos extra, todo esto vestido con un traje de luces apretado.

Bien librado salió Pedro Gutiérrez Lorenzo, que tiene algo de escuela y que con todo y el peso de su nombre le pudo a su primero, lo dominó y con algo de mérito le cortó una oreja un tanto excesiva. Aún así, saboreó su mejor tarde en ésta plaza con un sombrero de charro en la cabeza. Ojalá que tenga para más.

Mario Aguilar acrecentó su deuda con la afición capitalina, pues sigue sin tener suerte en los sorteos. Y es que Aguilar lleva ya varias tardes quedándose con voluntad y nada más, y a veces no es del todo suficiente. La gente terminará por exigirle más cada vez, pues desde que tomó la alternativa, la afición de La México no ha podido verle nada más que chispazos. Se queda, una vez más, inédito, pero con una oportunidad menos. Esperemos que no se las acabe.

De Vuelta a la Realidad. Por Pablo del Toro.

(Publicado en www.toroestoro.com el 3/01/2010. Novena corrida de la Temporada Grande 2010-2011 en la Plaza de Toros México. Toros de Carranco para Francisco Marco que confirmaba alternativa, Omar Villaseñor y Pepe López. Corrida llevada a cabo el 2 de enero del 2011.)
Foto: Emilio Méndez. Tomada de www.suertematador.com.

Terminaron las fiestas decembrinas, las vacaciones, los regalos, las delicias culinarias propias de estas épocas y, con ellas, el año 2010.

Poco a poco nuestra ciudad se empieza a llenar otra vez de tráfico, comienza una vez más el ritmo citadino en las oficinas, el tiempo vuelve a correr a la misma velocidad que lo hacía anteriormente y las horas-hombre empiezan a durar cada vez menos.

Poco a poco empezamos a valorar de nuevo nuestros domingos. Los domingos que nos gusta pasar en familia y, si se puede, qué mejor que en una plaza de toros. Desgraciadamente, ni la empresa que ofreció un cartel sumamente pobre, ni la ganadera que crió toros muy justitos de presencia y sin el mínimo de bravura y casta, ni los toreros que por mucha voluntad que pusieron, dejaron huella la tarde del domingo 2 de enero; colaboraron para tener un domingo para presumir. Lo único auténticamente rescatable es la participación de Christian Sánchez en el segundo tercio del burel lidiado en sexto lugar.

Francisco Marco tuvo nulas opciones para sobresalir. Trató de labrarse por sí mismo un camino que lo llevara al reconocimiento popular pues ninguno de sus dos toros le permitió mostrar algo. Aún así, se valió de su experiencia y técnica y terminó por salir a flote, pues lo poco que pudo hacer lo hizo.

Omar Villaseñor tuvo voluntad pero nadie le avisó que venía a una Plaza de primera. Hizo desplantes propios de plazas de menor categoría, haciendo alardes de tremendismo poco congruentes, sin sentido y que sólo él y su porra festejaron. Debido a su escasa técnica, sus dos toros se lo echaron a los lomos sin consecuencias qué lamentar. Reprobable además, que se hiciera fiesta corriendo a los medios después de pegar un bajonazo, tratando de provocar alboroto entre el respetable. Por cierto, tras nueve corridas, por fin un juez se atrevió a negar una oreja.

Pepe López pasó de noche, pues ninguno de sus dos animales en turno colaboró.

Se acabó el 2010, y nos devolvió a la realidad. Bienvenido sea el 2011, ojalá nos traiga triunfos sólidos, toreros nuevos y grandes momentos taurinos para festejar. Desde acá una enorme felicitación, enviando siempre los mejores deseos para este año nuevo. Que Dios reparta suerte. 

Querido Santa. Por Pablo del Toro.

(Publicado en www.toroestoro.com el 13/12/2010. Quinta corrida de la Temporada Grande 2010-2011 en la Plaza de Toros México. Toros de Teófilo Gómez y Los Encinos para José Luis Angelino, Sebastián Castellâ y Arturo Saldívar, que confirmaba alternativa. Corrida llevada a cabo el 12 de diciembre de 2010.)






Foto: Manuel Cataño. Tomada de www.suertematador.com.
Querido Santa:

No sé si todavía te acuerdes de mí. Yo era ése mocoso pedinche que a veces se portaba bien, que jugaba a ser torero, que no prestaba los juguetes que año con año me regalabas y que, a medida que pasaron los años, se olvidó de ti.

Hoy, muchos años después de mi última carta, vuelvo a recurrir a ti para pedirte algunas cosas. Te explico.

Siempre he considerado grandes genios a aquellas personas que se atreven a crear, a inventar. Ésas personas que tienen ésa chispa tan singular de convertir cosas simples en algo sublime. Ésos magos que te obligan a escuchar una y otra vez una canción, ésos que te obligan a releer los libros, ésos que te inspiran de cuando en cuando a escribir cursilerías (como ésta), ésos que te arrebatan el grito de ‘gol’ de la garganta, ésos que te convencen de ir a la plaza de toros cada vez que torean.

Yo te quiero hablar específicamente de éstos últimos. Ésos extraterrestres que también llamamos figuras del toreo. Y te preguntarás, entonces, por qué te quiero platicar de ellos, si a lo mejor a ti ni te interesa.

Es que lo que vi el domingo 12 de diciembre del 2010, me ha dejado marcado como aficionado a la fiesta de los toros. No sólo por la magistral faena que Sebastián Castella le hizo a su toro de regalo, si no porque en realidad me quedo con un sentimiento de ambivalencia al respecto. Y de ahí viene mi petición para esta Navidad.

Yo no soy quién para discutirle la categoría, la maestría y la enorme capacidad torera digna de un artista superdotado en la lidia de animales como lo es Sebastián Castella. Fui uno de los casi 9000 aficionados que tuvieron la suerte de ver la ópera prima de Sebastián en México. Fui uno de los casi 9000 aficionados que vieron, al borde tanto de las lágrimas como del asiento, la histórica faena que el francés le hizo a Guadalupano. Y estaré agradecido siempre por ello.

Sin embargo, también soy un aficionado que paga un boleto, que asiste a los festejos con regularidad, que ha estudiado muchos años la Fiesta Brava, y a veces hasta se atreve a escribir una columna semanal. Y eso, querido Santa, me ha enseñado a entender, aunque no siempre compartir la opinión pública. Si no lo has adivinado, soy de los que piensan que no debió darse el indulto a ‘Guadalupano’.

Te cuento que justo antes de que Sebastián Castella hiciera el intento de tirarse a matar para culminar su obra de arte, algún irresponsable, irrespetuoso y terco pseudo-aficionado aventó un cojín al ruedo provocando que el toro se distrajera, impidiendo así que Sebastián matara como Dios manda al animal. Esto además, provocó que el blandengue juez cediera ante un poquito de presión, pues le dio tiempo de que sacara su ábaco para contar los pañuelitos blancos, se acordara de su mami y decidiera que siempre es mejor el camino fácil del indulto, que el camino difícil pero siempre consagratorio, el de las orejas y el rabo.

Yo lo único que te quiero pedir para ésta Navidad es un juez con autoridad para mi plaza. Uno de los “de a deveras”, de los que no permiten que picadores, banderilleros, ganaderos y a veces hasta toreros hagan lo que se les venga en gana en el ruedo. De los que no ceden ante cuatro o cinco pañuelos. De los que no dan trofeos si no se merecen. De los que no regalan indultos a toros sin presencia, ni fuerza. De los que te enseñan a ver toros. De los que le dan categoría a la plaza. En fin, de los que sí tienen el coraje necesario para presidir una corrida de toros. Por lo demás, pues la cuota está cubierta. Al final, alguien se me adelantó y te pidió un Sebastián Castella de Navidad, y se lo diste. Nos lo diste.

Con todo mi cariño,

Pablo del Toro.


P.D.: Anexar en mi lista la paz mundial, que se acabe la guerra contra el narcotráfico, que se acabe la corrupción y la inseguridad en mi país ya sería mucho pedir. Pero si te agarré de buenas, pues también te lo encargo.